Whatsapp se convirtió en los últimos años en la herramienta de comunicación favorita de muchas personas. Es la forma más simple y económica de comunicarse, y tiene la posibilidad de segmentar nuestra comunicación y categorizarla en grupos. Esto último resulta muy útil, y hasta divertido, para compartir conversaciones informales entre amigos o familiares.
El problema llega cuando nos incluyen dentro de un grupo en el que no tenemos interés en participar, o cuando el grupo deja de cumplir el objetivo inicialmente planteado y se transforma en una molestia en forma de miles de notificaciones.
Si tienes niños en edad escolar es muy probable que estés o hayas estado involucrada en un grupo de Whatsapp formado por las madres del colegio. El mismo suele resultar muy útil si su misión es hacer llegar a los padres información pertinente a los niños y el colegio.
Si la relación entre las madres es respetuosa, el grupo puede ser un buen punto de apoyo y contención; pero, ¿qué pasa cuando los límites son confusos? En algunos casos resulta que lo que debiera ser una red para compartir información importante acerca de los chicos termina siendo la excusa perfecta para hablar de cualquier cosa menos de los niños.
El resultado termina siendo madres involucradas en peleas, ventas, comentarios desubicados, insultos a la maestra, audios con sonidos irreproducibles, y muchas pero muchas notificaciones molestas.
¿Y a ti ya te han incluido en alguno de estos grupos?